Me encontraba en un acto de protesta frente a la Embajada de Canadá para el Día Internacional Contra la Matanza de Focas en aquel país. Mientras el resto de manifestantes (mayoritariamente voluntarios/activistas de Anima Naturalis) saltaba y gritaba consignas (a las que yo no me unía por considerarlas ofensivas), yo me dedicaba a repartir volantes sobre la explotación animal y el sufrimiento de las focas.Entonces, cuando me disponía a entregarle un volante a un hombre, éste repentinamente se niega a recibirlo y me dice: "Mejor deberían llevarse a todos los perros a sus casas y solucionan el problema".
Cuando queremos llegar a las conciencias de las personas, el peor camino es ser ofensivo con ellas. Si queremos que alguien entienda el porqué debe ser vegano jamás lo lograremos insultándolo. Una persona que se siente atacada inmediatamente cierra su cabeza a nuevas ideas. Por lo demás, gritar que los canadienses son "asesinos" no sólo es contraproducente sino que además ridículo. Sí, es cierto que muchos canadienses participan de la explotación de animales no-humanos y es cierto que matar a un no-humano es equivalente a matar a un humano, por lo que esto constituye un asesinato, pero estas personas no están al tanto de la igualdad entre seres sintientes por lo que para ellos estos gritos sólo cobran el sentido de insultos. Además, lo ridículo es que ser canadiense no es sinónimo de ser un asesino. No sólo existen muchas/os veganas/os en Canadá, sino que -bajo el criterio de llamar asesino a todo aquel que mate animales no-humanos- estaríamos diciéndole asesino a la mitad del planeta. Y así no vamos a lograr libertar a los demás animales.
Debemos ser respetuosos, no violentos, estratégicos si queremos conseguir derechos para los demás animales. De lo contrario terminaremos con que nadie podrá escuchar lo que realmente pedimos, como aquel hombre que me dio su maravillosa sugerencia.
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